Hablemos de 10 magníficas novelas ambientadas en París...
"Como
artista, un hombre no tiene hogar en Europa excepto en París."
Nietzsche
Desde
que la majestuosa catedral de Notre Dame se levantase resplandeciente a orillas
del Sena, por París han paseado los ojos de millones de personas, que han
contemplado siempre con admiración una ciudad en la que pervive latiendo aún
con fuerza el espíritu de su dilatada y nutrida historia artística y literaria.
La ciudad de la luz, de las bajas pasiones, del existencialismo, del
libertinaje, del cine, de las revoluciones, del arte, del hedonismo, de la
Belle Époque, y toda su inherente intrahistoria de antihéroes y bohemia, de
exilio y tragedias, de amores y de guerras,
reflejada, junto con su hermosa fisionomía, en miles de páginas inolvidables
que le disparan al olvido su palabra para convertir a París en el tótem supremo
del nihilista romántico en novelas como las siguientes, para vivirla desde sus
entrañas hasta la estriada punta de sus dedos.
1- NOTRE DAME DE PARÍS (VICTOR HUGO)
Obra
maestra del Romanticismo francés, el genio patrio de las letras le escribe al santuario gótico por excelencia un maravilloso y enorme monumento, que desde
su publicación en 1831 está inevitablemente ligado a la figura de su desgraciado
protagonista, el jorobado Quasimodo. La segunda parte de la novela, Esto matará aquello, es un impactante y
maravilloso alegato de confrontación entre la imprenta de Gutenberg y el
panteísmo cognitivo de la catedral, donde el papel comunicativo de la
arquitectura, encarnado en su forma suprema por Nuestra Señora de París,
comienza a ser relegado por el nuevo invento: “Si la arquitectura fue el gran libro de la humanidad, y la Edad Media
escribió su última”. Sin duda, el mejor homenaje a la catedral parisina y otro de los
monumentos universales que ha legado la ciudad.
2- PARÍS ERA UNA FIESTA (ERNEST HEMINGWAY)
“París es una fiesta que nos sigue”, dijo
Hemingway, y quizá esta maravillosa obra suya, comenzada en Cuba y publicada
póstumamente, sea la clave para comprender aquél París de los años 20, de los
supervivientes de la Gran Guerra, de la Generación Perdida y la bohemia
literaria y artística, entre cuyos personajes se encuentran Gertrude Stein,
Ezra Pound, Joyce o Fitzgerald, pululando por los cafés y los rincones urbanos
que hoy encontramos bien marcados en las guías gracias a esta relevante novela.
“París no se acaba nunca, y el recuerdo de
cada persona que ha vivido allí es distinto del recuerdo de cualquier otra.
Siempre hemos vuelto, estuviéramos donde estuviéramos, y sin importarnos lo
trabajoso o lo fácil que fuera llegar allí. París siempre valía la pena, y uno
recibía siempre algo a trueque de lo que allí dejaba. Yo he hablado de París
según era en los primeros tiempos, cuando éramos muy pobres y muy felices”.
3- EL CAMPESINO DE PARÍS (LOUIS ARAGON)
Le paysan de Paris (1926) está considerada como una obra
maestra del surrealismo. Aragon,
dadaísta y uno de los fundadores del movimiento surrealista, junto a André
Breton, plasma en esta fabulosa novela descripciones de París desde el punto de
vista de un campesino y su deambular nocturno por el parque de Buttes Chaumont
–“donde se ha instalado el inconsciente
de la ciudad”–, evocando un deseo de aprehensión de los espacios urbanos
formalizado a través de la percepción desarrollada por el rico lenguaje
surrealista, enfatizando la cara oculta, la ciudad inconsciente, la modernidad del
París de la época y del parque en cuestión, del que nos dice desde los ojos del
personaje rural: "Este gran oasis en
un barrio popular, una zona de sombra donde la atmósfera que prevalece es
claramente asesina, esta área loco nacido en la cabeza de un arquitecto del
conflicto entre Jean-Jacques a las condiciones económicas de vida en París y
Rousseau."
4- TRÓPICO DE CÁNCER (HENRY MILLER)
La
vida del estadounidense, malviviendo en un París sórdido como escritor durante los
años 30, fue plasmada en su Trópico de
Cáncer, una novela que por sus explicitas escenas sexuales le costó al autor
la censura en su propio país. Y es que la Ciudad
de las Luces ha tenido desde el siglo XVIII un aura de libertinaje bohemio que
se ha adaptado generosamente a la literatura. Otro “parisino” ilustre, Samuel
Becket, dijo sobre la novela que se trataba de “un acontecimiento trascendente en la historia de la literatura moderna”,
y es que este primer trópico inspiraría a la Generación beat: “Es un poco
después del amanecer. Hacemos las maletas a toda prisa y salimos a hurtadillas
del hotel. Los cafés están todavía cerrados. Vamos caminando y rascándonos al
mismo tiempo. Nace el día con blancura lechosa, estrías de cielo rosa salmón,
caracoles que abandonan sus conchas. París. París. Todo puede suceder aquí.”
5- LIBRO DE LOS PASAJES (WALTER BENJAMIN)
El
Libro de los pasajes iba a ser la
obra cumbre del filósofo alemán, un compendio de su pensamiento en torno a la
ciudad de París, con ensayos estéticos sobre arte y la obra de Baudelaire o el
concepto de historia, análisis de las calles de la ciudad, su arquitectura de
hierro o reflexiones acerca del flâneur,
ese paseante de la ciudad moderna, observador de tipos y costumbres urbanas al
que define como “explorador del
capitalismo”. Para Benjamin, el pasaje
es una “casa sin exterior”, el lugar de las relaciones donde se funde lo
interior y lo exterior, dando un nuevo enfoque del espacio urbano: “el callejeo puede transformar completamente
París en un interior, en una vivienda cuyos cuartos son los barrios, que no
están claramente separados por umbrales como verdaderas habitaciones, del mimos
modo la ciudad puede abrirse también alrededor del paseante como un paisaje sin
umbrales”.
6- CLAUDINE EN PARÍS (COLETTE)
Colette
es uno de los productos humanos más genuinos surgidos del París más
esplendoroso del siglo XX. Personaje transgresor y temperamental, novelista,
actriz, guionista y empresaria, con Claudine
en París (1901) continúa dando su voz crítica a través de su alter ego, un personaje
que fue todo un fenómeno a principios de siglo, y que con esta nueva entrega radiografía
con su acostumbrado tono ácido y candorosamente perverso a la sociedad parisina
de la época y la escena de los salones literarios, los cafés, las fiestas y los
teatros, en los que los tormentosos amores y la lujuria suceden día a día. Sus
novelas seguirán ilustrando el mundo sórdido de los amores parisinos de la
clase bohemia adinerada en
sus más íntimos escenarios, con éxitos literarios como Gigi o Chéri, donde
Colette despliega un lenguaje sensual muy acorde con los ambientes retratados
de su París querido.
7- ARCO DE TRIUNFO
(ERICH MARÍA REMARQUE)
El
París de los refugiados por la persecución nazi y su triste devenir tiene su
representante literario en esta fantástica novela de tintes autobiográficos. Arco de triunfo (1945) es una historia
de amor y de venganza, que se convirtió en el segundo best seller del autor alemán tras ese alegato antimilitarista
llamado Sin novedad en el frente, y cuya
adaptación al cine fue protagonizada por Ingrid Bergman. Subtitulada como Un hombre sin país, Remarque retrata la dura
vida de un cirujano sin papeles, despojado de su ciudadanía alemana y maltratado
por la sociedad francesa en el París por las tropas nazis. A través de su
personaje principal, Ravic, la ciudad del amor, de los burdeles, de la buena
comida y de la elegancia se retrata de una manera magistral por el autor, quien
imprime en un ambiente de guerra un romanticismo altamente sugestivo que nunca
abandona la capital francesa.
8- REGRESO A BABILONIA
(SCOTT FITZGERALD)
Tal
como cuenta Hemingway en su novela, parece ser que no hubo un rincón de París
en el que Scott y su impulsiva mujer, Zelda, no montaran algún numerito. Esta
vez no se trata de una novela, pero sí de un buen relato, en el que la magistralmente
construida narrativa de Fitzgerald nos habla de la historia de un perdedor, con
París, “la Babilonia pecaminosa, la del
vicio y el goce, la del placer sin culpa y las rameras” como telón de
fondo: “En la calle los anuncios
luminosos rojos, azul de gas o verde fantasma fulguraban turbiamente entre la
lluvia tranquila. Se acababa la tarde y había un gran movimiento en las calles.
Los bistros relucían. En la esquina del Boulevard des Capucines tomó un taxi.
La Place de la Concorde apareció ante su vista majestuosamente rosa; cruzaron
el lógico Sena, y Charlie sintió la imprevista atmósfera provinciana de la Rive
Gauche”.
9- SIN BLANCA EN PARÍS Y
LONDRES (GEORGE ORWELL)
Orwell
nos presenta en Down and out Paris and
London (1933) la antítesis urbana más radical de la novela de Hemingway,
donde en vez de literatos de renombre y gentes de la bohemia que, como él,
viven del dispendio sin tener un chavo, plagan sus páginas vagabundos y
perdedores de los bajos fondos, el París de los proletarios y los explotados
por los trabajos más serviles, con un protagonista, el propio autor –Eric
Arthur Blair–, sumido en la miseria y gastando sus horas libres y sus pocas
monedas en los bistrós menos glamurosos de la ciudad, donde encuentra a todo
tipo de personajes marginales, hasta su vuelta a Londres, donde ejercerá de
mendigo. “Nunca volveré a pensar que los
vagabundos son un atajo de borrachos, ni esperaré que ningún mendigo se sienta
agradecido por haberle dado una limosna, ni me sorprenderé de que carezcan de
energía los que no tienen trabajo, ni me suscribiré al Ejército de Salvación,
ni empeñaré la ropa, ni rechazaré una octavilla, ni comeré en un restaurante
elegante. Algo es algo”
10- Y PARÍS NO SE ACABA
NUNCA (ENRIQUE VILA-MATAS)
El
escritor barcelonés reconstruye con esta obra autobiográfica los pasos de
Hemingway en su propia novela sobre la ciudad (segunda reseña de este
artículo), visitando los míticos rincones urbanos en los que personajes de la
bohemia literaria de aquella época solían dejarse caer y construyendo así la
identidad del literato en su juventud, retratando en sus páginas la experiencia
casi mística de sus dos años de estancia y algunos de sus fortuitos y
maravillosos encuentros, como el que tiene con Samuel Becket: “Sabía que no era un clásico muerto, sino
alguien que vivía en París, pero siempre le había imaginado como una oscura
presencia que sobrevolaba la ciudad, nunca como alguien al que uno se encuentra
leyendo desesperado un periódico en un viejo parque frío y solitario. De vez en
cuando pasaba página, y lo hacía con una especie de enojo tan grande y una
energía tan intensa que si el Jardín de Luxemburgo entero hubiera temblado no
nos habría extrañado nada.”
© David de Dorian, 2014
(Ilustración: Alessandro Gottardo)
Lo mejor que encontrado sobre el tema, gracias.
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