Hablemos de cómo hablar poesía, de cómo no recitar, según Leonard Cohen...
¿Se
ha convertido el arte de recitar poesía en una muestra de egos, o quizá en una
representación de los anhelos teatrales de quien declama? ¿Pueden descartarse ambas
cosas viendo algunos de los eventos a escala nacional más convocados en estos
últimos años? ¿Está la poesía subyugada en estos tiempos a un ardid de
sobreactuación? ¿Cuál es el mejor modo de presentar al público una creación
poética? ¿Cómo hay que recitar un poema, de qué manera hay que lanzar los
versos? O mejor dicho, cómo no hay que recitar un poema, de qué manera no hay
que declamar poesía? Leonard Cohen, desde su poemario Memorias de un mujeriego, nos da algunas claves importantes y pone de relieve la
cuestión ya en el mismo verbo de su
título.
Cómo
hablar poesía, por Leonard Cohen
Toma
la palabra mariposa. Para utilizar esta palabra no es necesario hacer que la
voz pese menos de una onza o equiparla con pequeñas alas polvorientas. No es
necesario inventar un día soleado o un campo de narcisos. No es necesario estar
enamorado, o estar enamorado de las mariposas. La palabra mariposa no es una
mariposa de verdad. Existe la palabra y existe la mariposa. Si se confunden
estos dos elementos la gente tiene derecho a reírse de uno. No le des tanta importancia
a la palabra. ¿Estás intentando sugerir que amas a las mariposas con mayor
perfección que nadie, o que realmente comprendes su naturaleza? La palabra
mariposa no es más que datos. No es una oportunidad que tienes para cernirte,
ascender, hacerte amigo de las flores, simbolizar la belleza y la fragilidad, o
de hacerte pasar de alguna forma por una mariposa. No representes las palabras. Jamás actúes las palabras. Nunca
intentes despegarte del suelo cuando hables de volar. Jamás cierres los ojos volviendo
violentamente la cabeza a un lado al hablar de la muerte. No claves en mí tus
ojos ardientes cuando hables de amor. Si quieres impresionarme cuando hables de
amor metete la mano en el bolsillo o por debajo del vestido y juega contigo
mismo. Si la ambición y el hambre de aplausos te han llevado a hablar sobre el
amor deberías aprender cómo hacerlo sin ponerte en ridículo o destrozar el
tema.
¿Cuál
es la expresión que la edad exige? La edad no exige expresión alguna. Hemos
visto fotografías de desconsoladas madres asiáticas. No estamos interesados
en la agonía de tus órganos en mal estado. No hay nada que puedas mostrar en
tu cara que pueda igualar el horror de este tiempo. Ni siquiera lo intentes. Tan solo te expondrás a la burla de
aquellos que han sentido profundamente. Hemos visto reportajes de seres
humanos en las extremidades del dolor y la dislocación. Todo el mundo sabe que tú comes bien e incluso que te pagan por estar
ahí de pie. Estás tocando para las personas que han sufrido una catástrofe.
Esto debería volverte muy tranquilo.
Di las palabras, transmite los datos, hazte
a un lado. Todo el mundo sabe que sufres dolores. No puedes decirle al público
todo lo que sabes de amor en cada línea de amor que hables. Hazte a un lado y
ellos sabrán lo que sabes porque ellos lo saben ya. No tienes nada que
enseñarles. No eres más hermoso que ellos. No eres más sabio que ellos. No les grites.
No fuerces una penetración en seco. Eso es mal rollo en el sexo. Si muestras
las líneas de tus genitales, entonces, entrégales lo que prometes. Y recuerde
que la gente no desea realmente a un acróbata en la cama. ¿Cuál es nuestra
necesidad? Estar cerca del hombre natural, estar cerca de la mujer natural. No finjas
que eres un adorado cantante con una vasto y leal público que ha seguido los
altibajos de tu vida hasta ese preciso momento. Las bombas, lanzallamas, y toda
esa mierda han destruido algo más que los árboles y los pueblos. También han
destruido los escenarios. ¿Creías acaso que tu profesión escaparía de la destrucción
general? Ya no hay escenario. Ya no hay candilejas. Estás entre la gente. Entonces,
sé modesto. Di las palabras, transmite los datos, hazte a un lado. Sea usted
mismo. Quédate en tu propia habitación. No te tomes el pelo.
Esto
es un paisaje interior. Está dentro. Es privado. Respeta la privacidad del
material. Estas piezas fueron escritas en silencio. El valor de la
representación es simplemente decirlas. La disciplina de la obra es no violarlas.
Deja que el público sienta tu amor a la intimidad a pesar de que no exista
intimidad. Sé buena puta. El poema no es
un eslogan. No puede anunciarte. No puede promocionar tu reputación de
persona sensible. No eres un semental. No
eres una mujer fatal. Toda esta basura sobre los gángsters del amor. Eres
estudiante de la disciplina. No actúes
las palabras. Las palabras mueren
cuando las actúas, se consumen, y nos quedamos sin nada más que tu ambición.
Di
las palabras con la precisión exacta con la que comprobarías una lista de
lavandería. No te pongas emocional sobre la blusa de encaje. No te empalmes al
decir bragas. No te pongas tembloroso a causa de la toalla. Las sábanas no
deberían evocar una expresión soñadora entorno a los ojos. No hay necesidad de sollozar
sobre el pañuelo. Los calcetines no están ahí para recordarte extraños y lejanos
viajes. No es más que tu ropa. No espíes a través de ella. Limítate a usarla.
El poema no es más que
información. Es la Constitución del país interior. Si lo declamas y lo hinchas con
nobles intenciones, entonces no eres mejor que los políticos a los que desprecias. No eres más que alguien agitando una
bandera y haciendo una mezquina apelación a una especie de patriotismo
emocional. Pensad en las palabras como
en una ciencia, no como arte. Son un informe. Estás hablando antes una
reunión del Club de Exploradores o de la sociedad del National Geographic. Esta
gente sabe los riesgos de escalar montañas. Te honran al dar esto por sentado.
Si te dedicas a restregárselo por las narices eso constituye un insulto a su
hospitalidad. Háblales de la altura de la montaña, del equipo utilizado, sé
específico acerca de las superficies y el tiempo que tardaste en escalarla. No
trabajes al público en busca de exclamaciones y suspiros. Si eres merecedor de exclamaciones
y suspiros no será causa de tu apreciación del suceso, sino a causa de la de
ellos. Estará en las estadísticas y no en el temblor de la voz o en los cortes que
hagas en el aire con tus manos. Estará en los datos y en la queda organización
de tu presencia.
Evita
florituras. No temas ser débil. No tengas vergüenza de estar cansado. Tienes un
aspecto magnífico cuando estás cansado. Parece como si pudieras continuar eternamente.
Ahora ven a mis brazos. Tú eres la imagen de mi belleza.
(Ilustración: Magoz)
Si algo necesitaba era este texto que bien se aplica a mi parecer al acto de escribir.
ResponderEliminarDe acuerdo contigo, Alejandro
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