Hablemos de Joy Division y la portada de su mítico Closer …
“Here are
the young men, the weight on their shouldersHere are
the young men, well where have they been?We knocked
on the doors of Hell's darker chamber,Pushed to
the limit, we dragged ourselves in”Decades
De sus cenizas surgiría una de las bandas más importantes y prestigiosas de los años 80, New Order, que, a diferencia del tono oscuro y profundo de sus orígenes, enfocaría su música hacía las pistas de baile, manteniendo, sin embargo, una alta calidad artística en sus portadas, heredadas de sus álbumes junto a Curtis.
La carpeta de su fantástico debut, que plasma la imagen de una señal astronómica, se ha convertido en el símbolo por antonomasia de Joy Division y en todo un icono de la cultura pop, utilizado hasta la saciedad para productos mercantiles o incluso tatuajes. Sin embargo, es la portada de su segundo -y último- LP la que ha traspasado las fronteras de esta iconolatría para saber crear una poderosa tendencia e irradiar una influencia duradera y fructífera que llega hasta nuestros días.
LA
BANDA
Originalmente llamada Warsaw (Varsovia), la banda de Ian Curtis (voz), Bernard Summer (guitarra), Peter
Hook (bajo) y Stephen Morris
(batería) fue una de las más influyentes surgidas en la industrialísima Manchester de finales de los 70 y bajo
el amparo del movimiento post-punk.
Tras un EP de debut, An
ideal for living, el presentador Tony
Wilson les fichó para su recién creada discográfica, llamada Factory Records, que publicó sus dos
únicos álbumes: Unknown pleasures en 1979, de donde se extraen temas de la
talla de “She´s lost control”, “Shadowplay” o la estremecedora “New dawn fades”; y Closer
en 1980, que contiene obras maestras como “Atrocity
exhibition”, “Isolation” o la
monumental “Decades”. Sus temas
manejan una estética de la desesperación, hablando de muerte, depresión y
aislamiento, inspiradas en una fuerte base literaria tras la pluma de
escritores como William Burroughs, J.G. Ballard, Kafka o Nikolái Gógol.
Entre sus influencias musicales destacan The Doors, David Bowie, Velvet Underground y Lou Reed, Iggy Pop y los Stooges,
el Krautrock
de Neu o Kraftwerk y los Sex Pistols,
cuyo recital en Manchester en junio de 1976 empujó a toda una generación de
mancunianos a tomar las riendas en bandas propias.
Sus temas más conocidos y exitosos
siguen siendo, sin embargo, los de una trilogía de singles conformada por los
imperecederos “Love Will tear us apart”,
“Transmission” y “Atmosphere”. Con una imagen sobria y
cotidiana para los cánones de la época y una puesta en escena aderezada por los
estrambóticos bailes y movimientos de Curtis -enraizados en la epilepsia que lo
asediaba-, el cuarteto logró formarse una muy buena reputación ante el público asistente
a sus conciertos, en los que abordaban los temas citados con una energía y un
magnetismo extraño e inusitado muy atractivos.
Tras el suicidio de Ian Curtis en
mayo del 80, en vísperas de su primera gira americana, la banda decidió
continuar, desarrollando un sonido diferente y bajo el nombre de New Order, creando una magnífica e
influyente carrera que legaría singles tan célebres como “Blue Monday” o
“Bizarre love triangle” y facturaría hasta la fecha nueve fenomenales álbumes
de estudio.
La fama de Joy Division resurgió a
principios del siglo XXI con la llegada a las salas de cine de la película 24 hour party people (2002), dirigida por Michael Winterbottom, a la que siguió el biopic Control
de Anton Corbijn, y que catapultaron
la fama de su cantante para llegar a una nueva generación oyente de bandas deudoras
como Interpol, Editors o LCD Soundsystem.
Su legado no ha parado de crecer
durante cuatro décadas, encontrando retazos de su característico sonido y su
siniestra imaginería en bandas como The Cure, Simple Minds, The Mission, The
Chameleons, Manic Street Preachers, Suede, White Lies, Cinematics o clásicos en
lengua española como Aviador Dro o Décima Victima y los Sumo de Luca Prodan, e
incluso bandas desde Rusia como Motorama. La sombra de Joy Division es alargada.
EL
ÁLBUM
Closer se grabó
en los estudios Row Britannia en marzo de 1980 a los mandos del visionario
productor Martin Hannett. Mientras la
vida personal de Ian Curtis se desintegraba, con un matrimonio a la deriva por
una personalidad atormentada atrapada entre sus responsabilidades conyugales y
paternales -de las que intentaba evadirse y escapar sin reservas- y el amor de
Annik Honoré; su vida profesional prosperaba: “su voz había mejorado. Tenía una cualidad poderosa y enigmática”.
Aunque el patetismo supremo expresado en cada línea de Closer atiende igualmente
a la epilepsia que acosaba al cantante, con ataques cada vez más frecuentes y
más fuertes, como el que le sorprendió en plena actuación teloneando a The Stranglers, cayendo fulminado sobre la batería a su espalda: This is the crisis I knew had to come/ destroying the balance I'd kept/ Doubting, unsettling and turning around/
Wondering what will come next (“Passover”)
En el libro Touching from a distance,
escrito por la esposa de Ian, Deborah
Curtis, y publicado en 1995, esta
relata cómo fueron los momentos previos a la creación del álbum: “Durante el proceso de escritura y grabación
de las letras de Closer, Ian parecía estar en trance. Estaba como herido e
intenso, en otro planeta. Me pregunto si necesitaba rivalidad, pasión y
conflicto en su vida para que le ayudasen a escribir las letras que escribió”.
En esta época, Ian le había
confesado a su mujer su infidelidad con la periodista musical belga, por lo que en represalia había hecho añicos el Low de David Bowie. El romance de Curtis con Honoré (fallecida en 2014)
inspiraría la canción insignia de la banda: “Love Will tea rus apart” saldría a la luz en junio de 1980, un mes
después del suicidio de Ian, que se había asegurado un billete a la tan ansiada
inmortalidad -que lo reencontraría con estrellas tan queridas como Jim Morrison- dejando para la
posteridad un álbum colosal de título premonitorio: CLOSER
Sobre el momento del funesto hallazgo Deborah Curtis rememora: “En el mantel del salón había un sobre. Cuando fui consciente de que se trataba de una nota el corazón me dio un vuelco. Me incliné para recogerla y de soslayo le vi. Estaba de rodillas en la cocina. Iba a decirle algo, pero su cabeza estaba doblada y sus manos apoyadas en la lavadora. Lo miré fijamente, estaba tan quieto. Entonces vi la cuerda. Tenía la cuerda de la colada alrededor del cuello. Le miré a la cara, le colgaba saliva de la boca. Lo había hecho.” The idiot seguía girando en el tocadiscos.
“Cry like a child, though these years make me older,
With
children my time is so wastefully spent,
A
burden to keep, though their inner communion,
Accept
like a curse an unlucky deal”
The Eternal
En Closer, Ian parece cantar desde la oscuridad de una cámara de gas de Auschwitz. Se trata de un disco atmosférico
y sobrecogedor, que por momentos abruma al oyente, un viaje envolvente al fin
de la existencia. Una obra imprescindible de rock crudo que, sonoramente,
supuso para toda una generación algo similar al Sgt. Pepper de los Beatles
en los 60. Sus ritmos tribales, maniacos, como sacados de un lienzo de Emil Nolde, nos retratan un cuadro
expresionista fuera toda luz y sin embargo brillante. Su primer minuto de
escucha parece anunciar aquel lema de Dante
ante las puertas del Infierno: “los que
aquí entráis abandonad toda esperanza”, Ian repite marcialmente y con
tétrico acento “this is the way, step
inside”, cual Caronte invitando
al oyente a ser transportado en su barca a la isla de los muertos de Böcklin. Existence well what does it matter? / I exist on the best terms I can/ The past is now part of my future/ The present is well out of hand, nos dice en “Heart and soul”.
Sus letras son de una poesía oscura y fatalista, crudas reflexiones en ocasiones exentas del romanticismo propio de cementerio decimonónico del que proceden, de una frialdad absoluta y realista. La calidad de su lírica es innegable, viajando a través de una bóveda musical más que apropiada, peregrinamente disconforme, experimental, por momentos jubilosa, para lo que parecía ser la preparación ante su hora final. 9 canciones innovadoras que son retratos redondos de una tragedia, temas profundos, contagiosos, evocadores, ante los que sentirse transportado de forma plácida e inquietante por igual. Closer es una obra maestra, una pieza de arte inigualable e inspiradora, un refugio para las almas que día a día se deshacen ante la imposibilidad del ser en un mundo de antemano hecho para destrozarte.
“La publicación de Closer trajo implícitamente cierta comprensión por parte de muchos de los cercanos a Ian. Sus sentimientos e intenciones estaban en las letras. Todo se reveló cuando ya era demasiado tarde para hacer algo. Una oposición tan sensible no podía ocurrir por accidente.”
El escritor Dave McCullough señaló en su reseña del álbum para el periódico
musical Sounds “la música de Closer es el equivalente auditivo de una rica losa de
mármol, tan lujosa y tan conmovedora como la antigua imagen pétrea de la muerte
que muestra la portada”.
EL
ARTISTA
Peter
Saville (Manchester, 1955), fue director artístico para el mítico y
extinto sello Factory Records y Virgin Records antes de convertirse en
uno de los artistas y diseñadores gráficos más reputados y solicitados del
panorama musical británico.
Su fama en el mundillo comenzó con
su trabajo para la portada de Unknown pleasures, sacado de la
Cambridge Encyclopedia of Astronomy en su segunda edición de 1978.
Invirtiendo los colores de una imagen de catálogo (la del primer púlsar
descubierto), fue capaz no solo de condensar el contenido de un disco
efervescente, hondo y de una contundencia altamente disfrutable, sino de
convertir esa imagen -en blanco sobre fondo negro texturizado- en el símbolo de
la banda y en un icono de la cultura popular: “demostración de una ruta comparativa de frecuencia desde una señal a un
púlsar. Lo que estamos viendo es un cuadro comparativo de la frecuencia y de la
exactitud de esta señal”
Como diseñador, su vehículo
expresivo es el de las imágenes impresas
y la tipografía. El arte de Saville
apuesta por la imagen plasmada a través de un lenguaje de símbolos. Su simplicidad descarga en la imagen una
contundencia visual muy efectiva con una expresividad siempre exenta de alardes
retóricos, que va a la esencia misma de lo que contiene, de aquello que no se
ve.
Influido por las vanguardias europeas de principios del
siglo XX, así como por un arte
industrial propio de la cultura de factoría de una ciudad como Manchester -reflejado
en sus trabajos en serie-, utiliza elementos de escuelas como la Bauhaus o de movimientos como el Futurismo o el Suprematismo: líneas, geometría y colores vivos y planos.
La
tipografía, a la que otorga una gran importancia, es un elemento relevante
en sus ilustraciones, siendo en ocasiones la protagonista de la imagen al
conformar composiciones completas. Son claros ejemplos de esta tendencia los
álbumes Always now de Section 25
o el recopilatorio Substance 1987 de New
Order.
Su formación en el Colegio Politécnico de Manchester le
llevó a la ilustración tipográfica por
medio de un texto del tipógrafo alemán Jan
Tschichold incluido en Pioneros de la tipografía moderna
por Herbert Spencer. Para el
diseñador británico era evidente el paralelismo entre el trabajo del alemán y
el surgimiento de la new wave sepultando el punk
primigenio.
Ha sido uno de los pioneros en la
técnica de la tipografía de palo seco y con la entrada de la nueva tecnología
ha sabido reinventarse para hacer de su original y genuino estilo una marca
personal. Sus trabajos para New Order, OMD, Roxy Music, King Crimson, Brian Eno
& David Byrne, Duran Duran, Wham¡, Aztec Camera, Suede, Pulp o más
recientemente Arctic Monkeys o Kanye West son buena muestra de su personal sello creativo.
Desde 2004 es director creativo de la ciudad de Manchester, siendo uno de los
artífices de la planificación de políticas culturales de la segunda urbe de
Reino Unido. Los diseños de Peter Saville propiciaron una nueva estética en la
nueva escena musical de finales de los 70, creando un estilo único que ha
sabido mantener su vigencia y frescura, y que sigue dando frutos, sobrepasando
moda tras moda, en pleno siglo XXI.
LA
OBRA
“Todos se apiñaron alrededor de mi mesa de dibujo y fueron pasando
las páginas. Todavía eran cuatro amigos que hacían algo juntos, nadie era más
importante que nadie. (…) Pensé que la banda se reiría, pero quedaron
cautivados. Dijeron ‘nos’ gusta esa foto en particular”
Así, remarcando ese “nos”, recuerda
Peter Saville en This
searing light, the sun and everything else. Joy Division: the oral history
(2019) el momento en el que la banda, junto a su manager, Rob Gretton, fue a su
estudio londinense para consultar el trabajo de lo que sería la portada del
disco que estaban grabando y que el diseñador no había escuchado todavía.
Saville mostró a la banda las
páginas de una revista llamada Zoom (nº 10) donde aparecían algunas
imágenes de un fotógrafo que había entusiasmado al artista: Bernard Pierre Wolff.
Wolff (París 1930- Nueva York
1985), había realizado una serie de fotografías en el Cementerio de Staglieno en Génova.
Se trata de uno de los cementerios monumentales más grandes y visitados de
Europa, famoso por su conjunto de esculturas. Su trabajo con la cámara
remite al fotoperiodismo de postguerra deudor de Henri Cartier-Bresson y la agencia Magnum, aunque las instantáneas tomadas por el francés de la
necrópolis emanan tal preocupación compositiva y perfección formal que le
hicieron pensar a Saville que podrían tratarse de montajes, como si las figuras
fueran solo “modelos cubiertos de polvo”
en un escenario prefabricado para recrear un moderno cuadro neoclásico.
La
tumba pertenece a la familia
Appiani y la portentosa obra de mármol fue creación del escultor Demetrio Paernio en 1910 para Carlotta Croce y los herederos
de Giovanni Appiani. Los Appiani (igualmente
Appiano o d'Appiano) son un linaje de nobles italianos documentados desde el
siglo XV y originarios de Al Piano, topónimo desaparecido asociado con la actual
La Pieve en el municipio de Ponsacco.
El
escultor genovés Demetrio Paerino (1851-1914) trabajó fundamentalmente
en el cementerio de Staglieno con un estilo neoclásico y romántico
especializado en la retratística, que da paso al llamado Realismo burgués,
superado en sus obras posteriores a 1900. Es el caso de la tumba Appiani, donde el escultor alcanza una interpretación
inmediata con superficies exentas de todo detallismo, adquiriendo así una
intensidad de carácter simbolista. El simbolismo de este grupo escultórico
aflora de manera clara en elementos como “el halo”, que el artista recupera
para grabar geométricamente en la superficie de la pared.
La
fuente iconográfica para la representación de la obra es el tema de Lamentación
por Cristo muerto, que a su vez remite a la fuente literaria que aporta
el Evangelio según San Juan:
“Tomaron
el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en vendas con los aromas, conforme a la
costumbre judía de sepultar. En el lugar donde había sido crucificado había un
huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el que nadie todavía había sido
depositado. Allí, pues, porque era el día de la Preparación de los judíos y el
sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús”
El tema de Cristo muerto con su cuerpo yacente es importante en la iconografía cristiana y ha sido
representado tanto en pintura como en escultura por artistas como Giotto desde principios del siglo XIV. Sucede a otros dos momentos
de temática iconográfica como son la Crucifixión y el Descendimiento.
El tema, de sobra conocido en la
cultura genovesa, ha sido tomado como modelo para el arte sepulcral y la
escultura funeraria mediterránea. La tumba muestra a un grupo de cinco figuras
con Cristo yacente, identificado con el halo y marcando la horizontal que
contrarresta la perfecta diagonal -también en el fresco de Giotto- que marca en
la composición las figuras femeninas, tradicionalmente las tres Marías junto a
San Juan.
La
fotografía de Wolff, que podría incluso parecer un grabado en un primer
vistazo, resalta las líneas dramáticas de esta imagen escultórica y remarca
notablemente los claroscuros para ofrecer un cuadro cuya potencia visual no
pasó desapercibida ni para la banda ni para el diseñador. El foco de luz entra
desde un extremo alto de la escena, perfilando la diagonal, en un alarde de
tenebrismo que pudiera remitir a la Vocación de San Mateo de Caravaggio; y
formando a su vez una elipse -correspondiente al reflejo de la bóveda bajo la
cual se encuentra ubicada la tumba- que envuelve a las figuras del yacente y el
fantasmagórico bulto que se abate contra el pavimento, el cual recoge toda la
luz, creando ante el espectador un efecto siniestro bastante efectivo. La
derrotada figura plañidera está enmarcada además en un triángulo apuntado por
los detalles florales de la escena, que, siendo los únicos elementos vivos del
cuadro, añadidos al grupo escultórico como la típica ofrenda sepulcral, se
funden tétricamente en lo inerte de la escena.
El
diseño de Saville supo remarcar todas estas cualidades tenebristas y
siniestras, recortando la imagen fotográfica a la altura de la base sin mostrar
el rostro halado de la Virgen. La imagen ofrece una ambigüedad del todo
disfrutable y sugestiva, no solo entre lo vivo y lo inerte, sino también en lo
referente a la naturaleza plástica de la misma, siendo una acertadísima
elección para la portada de un álbum tan sombrío como Closer, que se
convertiría en obra póstuma. La perfecta adecuación a la carpeta del disco se
completa con una impresión sobria en cartulina blanca suave “como el papel usado en el grabado” según
Saville, aunque en algunas ediciones posteriores el fondo sobre el que resalta
la imagen mortuoria es de un tono crema, hueso o blanco roto igualmente
apropiado. Esta se inscribe en un marco de líneas rectas en color negro basado en
la arquitectura postmodernista de
finales de los 70 representada por rascacielos neoyorquinos como el Sony Building del Pritzker Philip Johnson. La obra escultórica
enmarcada en la arquitectónica.
La tipografía es otro aspecto relevante de la portada. Deborah Curtis arroja luz sobre la utilización de este importante detalle: “Pese a que no conocía el contenido lírico, Ian me explicó el proceso de realización de la imagen de la portada. Grabaron las palabras en una hoja de metal al aguafuerte para luego blanquearlas con ácido, antes de dejarlas en los elementos. Ian me dijo que crearía tal efecto que haría que el metal pareciese un trozo de lápida. Aun así, no entendía por qué tenía que parecer una lápida. Su insistencia en explicármelo, sin apenas mirarme a la cara, me hace pensar que tenía bastante avanzado su plan de defunción.”
Es una descripción totalmente
acorde al estilo de su artífice y al espíritu de la banda, del disco y de Ian
Curtis. Esa tipografía lapidaria correspondería únicamente al título del álbum,
ya que el nombre de la banda no aparece en la portada. Se trata de una de las
señas de Peter Saville.
El artista ya había creado un
ensayo de esta tipología sepulcral con su trabajo para la portada del single “Love will tear us apart”, que se
publicó en junio de aquel 1980. Sacado de la misma revista, en la portada vemos
otra figura escultórica procedente también de Staglieno: se trata de un ángel afligido
y tendido en la tumba de los Ribaudo, obra de Onorato Toso en 1910. Una versión del single mostraba el título de
la canción estampada en una lámina de metal, semejando la de una lápida.
La palabra Closer (Cerca) parece
estar cincelada en mármol sobre la parte superior de la imagen. La fuente tipográfica es la Mayúscula cuadrada romana, también
llamada lapidaria o monumental: Capitalis
Monumentalis. Esta tipología ha sido enormemente influyente en las fuentes
utilizadas actualmente. Su diseño elegante obedece a los perfiles clásicos
romanos cincelados en el mármol de Carrara y que llegan hasta la tecnología ATM
implantada en los años 80 por Adobe Systems.
La columna Trajana, situada en el Foro de Roma, es el modelo y
referente absoluto no solo para la tipografía de portada, sino para nuestro
acervo tipográfico actual. La obra monumental de Apolodoro de Damaso, levantada por orden del emperador Trajano y concluida en el año 113, representa la más valiosa contribución a la tipología que
conforma las mayúsculas de nuestro abecedario, y que remiten al escrito de su
pedestal. Fue el ya nombrado Jan
Tschichold quien catalogó la escritura de su base, una inscripción
lapidaria novedosa y trascendental denominada “el mejor catálogo de tipos de la historia” y que Saville utiliza
sabiamente a través de la obra del tipógrafo alemán para estampar el monumental
título.
La
polémica
La portada de Closer se convirtió
rápidamente en una obra polémica. El suicidio de Ian Curtis dos meses antes de
la publicación del álbum parecía haber sido planeado
de antemano. Factory fue acusado de falta de decoro por fans de la banda, que
veían en la portada el velatorio dispuesto para ser comprado y llevado al
tocadiscos como si de una ofrenda se tratase.
Tras el trágico suceso, el
diseñador se dio cuenta rápidamente de las funestas implicaciones: “Tony Wilson me dio la triste noticia y le
dije -tenemos un problema. La portada del álbum tiene una tumba-; -Oh, joder- contestó
Tony. Sin embargo, la banda repuso que -Lo decidimos entre todos, Ian fue quien
la eligió- Lo inquietante es preguntarse qué estaría pensando Ian”
Stephen
Morris recuerda en Record.Play.Pausse: confessions of a post-punk
percussionist, que “la foto parecía una inquietante profecía o alguna broma de
mal gusto, un truco para vender más. ¿Quién en su sano juicio pondría una tumba
en la portada del álbum de una banda cuyo cantante acababa de morir?”. Críticos
y fans les acusaron de sacar provecho de la muerte de Curtis, pero el disco,
aun siendo publicado con retraso acorde al calendario establecido por la
compañía, cosechó buenas reseñas en general y siguió su curso en la historia
del rock. “La portada se convirtió en una
de esas terribles coincidencias”
Legado
Haciendo arqueología en lo
referente a portadas de discos durante los años anteriores a la publicación de Closer,
no he podido encontrar ninguna carpeta que pudiese hacer pensar en un ejemplo o
una idea previa de factura ajena para su realización.
En un entorno de fabulosos trabajos
artísticos para portadas entre 1979 y
1980, entre los que se cuentan carpetas tan artísticas como las de Split
Enz, Talking Heads, Killing Joke, Psychedelic Furs, Roxy Music o UB40, solo dos
casos, con bastante menos enjundia, podrían tener un leve eco de lo mostrado
por Peter Saville: el segundo álbum de Magazine,
Second
Daylight, de 1979, que conjuga también fotografía, diseño y tipografía
(por Richard Rayner-Canham, Ian Pollack y Malcolm Garrett respectivamente); y
el debut de The Monochrome Set,
titulado Strange Boutique y publicado en abril de 1980.
Aunque las tres bandas pertenecen a
la ola post-punk, no cabe duda que fue la portada de Joy Division la
que abrió la puerta a una corriente que nos dejaría un legado tan extenso como
atractivo.
Peter Saville creó una obra que
supo expresar a la perfección todo lo que el álbum contiene. Como un crítico
musical apuntó “si estabas jodido por la
muerte de Curtis podías llevarte tu duelo a casa”. Su diseño supo
recontextualizar un lenguaje clásico para llevarlo a un escenario postmoderno
en el que la apropiación de imágenes ya existentes y su reutilización imprimen
un nuevo sentido acorde a los nuevos tiempos.
La portada de Closer es una obra
tridimensional que conjuga la escultura
funeraria primigenia plasmada en una fotografía
artística recreada en un diseño
gráfico novedoso. Se trata de un portentoso ejercicio creativo de
reelaboración de los lenguajes artísticos occidentales en clave de música pop.
El influjo de la carpeta hasta la
actualidad ha sido vasto y fructífero. Produjo no solo una corriente y una
imaginería en torno a la escultura en general y la escultura funeraria en
particular, sobre la cual se levantó toda una escena nueva empapada de Romanticismo Gótico; sino que inspiró a partes iguales con el contenido del
álbum la creación de una música con temática fúnebre y de tono cuanto menos
penumbroso. Se traza así una línea cronológica que abarca las obras pictóricas
de Friedrich pasando por la poesía fatalista de von Kleist o Novalis hasta los
numerosos discos presentados con imágenes de camposanto, de los cuales surgen
músicos de expresionistas y góticos ropajes.
Esta corriente goticista
englobaría los trabajos y las imágenes de bandas de la new-wave y dark-wave
como The Cure, The Mission, Bauhaus, The Essence, Christian Death, Clan of Xymox
o los Damnned de mitad de los 80. En los 90 es escalofriante el paralelismo
entre los Manic Street Preachers del
desaparecido Richey Edwards, con su tremendo The Holy Bible (con títulos
como “Mausoleum” y temas deudores directos de Closer como “The intense humming of evil”), donde la imaginería funeraria
se evidencia también en las imágenes de interior.
Para ilustrar la influencia
irradiada por la portada de Closer he seleccionado tres ejemplos diferentes en los que este actúa como (posible) referente:
Within the realm of a dying sun (1987) es el tercer disco de la banda británica de rock gótico Dead Can Dance, que utilizó en su portada una icónica fotografía tomada del panteón familiar del científico y político François-Vincent Raspail, en la necrópolis parisina de Père-Lachaise, donde descansan los restos de eminentes personalidades como Oscar Wilde, Jim Morrison o Édith Piaf. Se trata quizá del ejemplo más claro, junto a la imagen de The edges of twilight (1995) de The Tea Party, con “el ángel que llora” de William Wetmore Story -y sin contar los habidos en la música metal- del espectro Closer.
Empires and dance
(septiembre 1980) de los Simple Minds
es, sino un ejemplo directo, una ramificación interesante de lo que supuso el
diseño de Saville para la música pop. Una nueva interpretación estatuaria y
simolista enmarcada sobre fondo blanco y con una tipografía relevante: en
primer plano la efigie de un soldado de la fuerza aérea mirando directamente al
espectador ante la puesta de sol que se cierne sobre la ciudadela de Atenas,
con el Partenón al fondo. La fotografía, obra del alemán Michael Ruetz, fue
localizada por Jim Kerr en una revista durante un vuelo. El diseño corrió a
cargo de The Artifex Studio e
incluyó la tipografía de fuente cirílica que posteriormente sería utilizada por
Manic Street Preachers tanto en Holy Bible como en Futurology (2014).
Vienna (julio
1980) de Ultravox, y su vitalismo
snob y sofisticado, constituye el contrapunto perfecto de Closer, tanto artística como musicalmente. Se publicó tan solo unos
días antes que el disco de Joy Division y su portada representa a la banda en
una hierática y solemne fotografía en blanco y negro realizada por Brian Griffin, enmarcada en un diseño sencillo
de fondo blanco con una tipografía audaz creada por Glenn Travis. Con elementos parecidos, la imagen cargada de glamur
de Ultravox contrasta con el diseño similar de Saville, cargado de fatalismo,
trascendencia y significado simbólico. Sin pretender llamar a la rivalidad
artística, es muy probable que la tendencia que el mancuniano acuñó
inconscientemente con el single de “Love Will tear us apart” comenzase a dar
sus frutos muy rápidamente en el mundillo del diseño.
EPÍLOGO
“No fue hasta mucho más tarde, cuando la portada adquirió el estatus de
culto”, anota Saville, “la escultura
real se rastreó hasta la tumba Appiani en Stagliano. (…) Reflexionando, hay una
extraña profecía en mi propuesta a la luz de los eventos que siguieron”.
Annik Honoré añade que lo producido por Joy Division “fue espontáneo, no se
calculó, ni fue artificial. Simplemente tenían la luz, el espíritu”
La obra de Peter Saville para Closer ha alcanzado en la cultura
pop un estatus de culto pocas veces conseguido en lo referente a una imagen de
portada con connotaciones tan siniestras. El muro LA de Elliott Smith para Figure 8 (2000) podría ser un ejemplo,
aunque sin una carga tan simbólica ni tan conectada a un lenguaje y unos
códigos culturales y artísticos tan afianzados como los mostrados en la obra de
Joy Division.
A día de hoy, muchos fans realizan una oscura peregrinación que confluye ante la tumba del cementerio italiano. En la recomendable página Joy Division Central se encuentran instrucciones para el viaje. Muchos parten hacia Génova para presentar sus respetos a una obra excepcional y tan perdurable como el mármol en el que se cincelan las figuras de su portada, y ofrendar la memoria de un artífice que con apenas veinticuatro años legó al rock uno de los epitafios más descomunales y seductores de la historia, para tenerlo siempre cerca, muy Cerca.
© David de Dorian, 2021
Publicar un comentario