Hablemos de Serge Gainsbourg en el 30 aniversario de su muerte...
“Serge no
está muerto. Está en el cielo, follando”
Graffiti
en Maison Gainsbourg, rue Verneuil, París
Serge, de nombre Lucian, siempre Gainsbourg, nos dejó tal día como hoy, 2 de marzo, hace ya 30 años, en 1991. Francia se despertaba con la noticia de la muerte de uno de los músicos patrios más potentes, polifacéticos e influyentes del siglo.
Mas allá de las fronteras galas,
Serge Gainsbourg no pasó de aquella sonata erótica llamada “Je t`aime…moi non plus” (1969), que cantase junto a su compañera
sentimental, la actriz Jane Birkin.
Sin embargo, dejó un poso importante para que su influencia resonase en la
música anglosajona de manera notable desde los años 90, como atestiguan bandas
y solistas del calibre de Pulp, Divine Comedy, Nick Cave y los Bad Seeds de
Mick Harvey, Tindersticks, Beck, Portishead, St. Ettiene o Momus.
Bohemio, provocador, seductor,
maldito, esteta, controvertido, innovador, truhan, agitador de la moral; este
hijo de inmigrantes ucranianos judíos, orgulloso superviviente de la ocupación
nazi, encarnó con soltura y desparpajo absolutos el ideal francés de artista.
Músico, compositor, poeta, pintor, actor, guionista, cineasta, escritor y hasta
publicista, Gainsbourg no solo alimentó a Francia de canciones y discos memorables
durante más de tres décadas -desde 1958-, sino de momentos apoteósicos y
polémicas como pescozones, dignos del anecdotario más surrealista.
Entre sus amistades Boris Vian y Dalí, del que tomó no solo su obsesión estética y con el que compartía noches de bizarro cine pornográfico. Sus amantes fueron igualmente legendarias, a pesar de su imagen de “feo” empedernido. Serge mantuvo sonadas relaciones, físicas y artísticas, con musas de la altura de Juliette Gréco y Brigitte Bardot (B.B.), y un duradero compromiso con la británica Jane Birkin, con quien tuvo una hija, la actriz Charlotte Gainsbourg.
“En mi vida hay una trilogía, un triángulo equilátero, podríamos decir, de Gitanes, alcoholismo y mujeres. Y conste que no he dicho isósceles sino equilátero. Pero todo ello parte de la experiencia de un hombre que se inició en la Belleza a través del Arte”
Ofrecemos algunas de sus creaciones
y de sus momentos más emblemáticos para conmemorar el 30 aniversario de su muerte.
“Je t`aime…moi non plus” con Jane Birkin
Fue en 1969 (“année érotique”) cuando Gainsbourg prendió lo que sería su petardazo más sonado. La canción con la que conquistó al público fuera de sus fronteras y metiéndose en sus camas, la canción con la que se concebirían miles de críos. Anteriormente grabada con B.B., su eclosión vino de los jadeos que Jane Birkin le dedicó después de conocerla en el rodaje de la película Slogan. Este clásico imperecedero de los 60 es una verdadera delicia y un himno al acto de “follar”, contrastando vulgaridad e instinto con una celestial melodía cercana a la música sacra, y con una letra brillante: “voy y vengo entre tus riñones”. La polémica estaba servida.
L' Etonnant Serge Gainsbourg (1961), su tercer disco, abría con este ejemplo de chanson cultivada en su primera época. Su gusto por la literatura patria (Verlaine, Baudelaire, Vian, Rimbaud…) aflora reflejado en sus canciones. Con una veintena de álbumes en su haber, la mayoría extraordinarios, entre otro montón de bandas sonoras, donde cultivó desde la bossa-jazz hasta la psicodelia, pasando por el pop orquestal, yeyé, rap, funky, disco o reggae, Serge fue uno de los músicos más camaleónicos y transformadores de la música pop junto a astros como David Bowie. El músico con alma de poeta sintetiza en este tema, homenaje a la figura del también polifacético Jaques Prevert, su herencia literaria y su poética lírica, con una melodía bellísima y evocadora.
“Poupée de cire, poupée de son” con
France Gall
La flamante ganadora del Festival de Eurovisión de 1965 ha
gozado en las últimas décadas de una juventud inusitada, gracias a logradas
versiones de bandas anglosajonas como Belle
& Sebastian o sonando en spots publicitarios. Su ritmo trotante se ha
convertido en un canon clásico del pop orquestal, aprovechado fructíferamente
por artistas deudores del francés como Divine Comedy. La cantante francesa de tan solo 16 años ya había sido víctima de
los dobles sentidos de Gainsbourg, quien le compuso otros temas de corte yeyé como
“Baby pop” o “Les Sucettes”, sobre
una niña llamada Annie a la que le encanta chupar piruletas y como ese sabor a
anís baja por su garganta. La lista de artistas femeninas para las que compuso
álbumes y canciones es extensa: Michèle Arnaud, Juliette Gréco, la Bardot,
Catherine Deneuve, Dalida, Anna Karina, Isabelle Adjani o Vanessa Paradis.
“Aux armes et caetera” en 1979
El escandalo por excelencia de
Gainsbourg. Siempre en busca de nuevas formas de expresión y expansión de su
arte, el músico voló hasta Jamaica y
ni corto ni perezoso grabó, junto a músicos como Sly Dunbar y Robbie
Shakespeare, una versión reggae de La
Marsellesa. “No fue Bo Marley quien
introdujo el reggae en Francia. Fui yo”. Su lectura freggae del himno nacional provocó que lo acusaran de “ultraje” y
lo calificaran de “contaminación
ambulante”. Durante la exitosa gira del álbum, las amenazas de bomba por
parte de la extrema derecha no fueron tan sonoras como el corte de mangas que
Serge les dedicó en su cita de Estrasburgo, acompañado de una banda de jamaicanos
acongojados ante tal panorama. Zanjaría el tema poco después al hacerse
poseedor de uno de los manuscritos originales de Rouget de Lisle que casi lo arruina. Todo por su causa.
Charlotte for ever como director.
En 1986 emprendió su segundo largometraje como director. Después de un
buen puñado de títulos cinematográficos durante los 60 y los 70, en los que
había participado como actor, casi siempre en el rol de villano; y de su debut
fallido a la dirección de Je t`aime, moi non plus (1976),
Gainbourg, escribió para su hija Charlotte este drama de tensión erótica sobre
una adolescente que convive con un padre alcohólico. La película fue tildada de
“enfermiza”, con una Charlotte
Gainsbourg que con apenas quince años debutaba en el cine y en la música de la mano de su
padre, con quien ya había escandalizado a la opinión pública en su primera
aparición ante las cámaras con “Lemon
incest” (Love on the beat, 1985) una controvertida canción que llegó a
ser nº2 en ventas. Lejos de rendirse ante otro fracaso fílmico, se aventuró en
1990 a llevar a cabo otro proyecto para el cine, Stan the flasher.
“Quiero follarte” a Whitney Houston en
1986
Cuando Gainsbourg entró en la década de los 80 lo hizo como Gainbarre, su alter ego, su Messieur Hyde surgido de las cenizas de su relación con Jane. Adicto a los Gitanes y tras algún infarto que otro, alcohólico y alardeando de una irreverencia entre la crueldad y el ridículo. La mar de las veces, esta vena irreverente en sí natural, lo hacía convertirse a ojos de la juventud francesa en el entrañable viejecito -más punk que los punks- que les regalaba simpáticos momentos ebrios como el protagonizado cierta noche en un programa de variedades en horario de máxima audiencia. Nicolas Godin, del dúo de música electrónica Air, recuerda haberlo visto en directo junto a su familia: “Fue alucinante…todo un escándalo, divertidísimo”. Harto de las deliberadas traducciones erróneas del presentador ante una Whitney algo atolondrada que no entendía ni papa de francés, Gainsbarre aclaró “he dicho que quiero follármela” y por si quedaban dudas lo tradujo a su propio idioma: “j`ai dit que j`ai envie de la baiser”. Poco antes había quemado un billete de 500 francos en directo. Épico.
Anuncio publicitario para Woolite
Durante la segunda mitad de los 70, entre la confección de álbumes de factura impresionante y de temática innovadora que no cosecharon buenas ventas (Vu de Le´exterieur, Rock Around the Bunker, y L´Homme à Tete de Chou), el maestro de la dualidad, el surrealista daliniano, volvió a emerger, esta vez en forma de spot publicitario. Anuncios para jabón Lux, maquinillas Gillete, trajes Bayard o este, de detergente Woolite, con Jane de nuevo como protagonista: "¡Sé como yo, utiliza Woolite!". Lo cierto, es que estos cortos guionizados, musicalizados y dirigidos por él mismo, le reportaron excelentes beneficios artísticos: "Sylvie Vartan hace un anuncio con unos niveles ínfimos de audiencia y las ventas se disparan. yo hago uno con Jane, con índices que le dan mil vueltas y las ventas caen en picado. Se trata de un plan de estafa: yo vampirizo el producto vendiendo a Jane en vez del detergente. Mi definición de la publicidad es la siguiente: yo soy una puta que tiene un orgasmo. Por eso no tengo precio, porque es insólito que una puta tenga un orgasmo". Genio y figura hasta la sepultura.
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